ROBERT MITCHUM
El próximo 1 de julio se cumple el dècimo aniversario de la muerte de Robert Mitchum. Es, por tanto, una cifra redonda, de esas que suelen conmemorarse como hemos tenido ocasión de comprobar recientemente cuando se recordaba el trigèsimo aniversario de las primeras elecciones democràticas en España celebradas después del franquismo. Así pues, acordarnos de esta década sin Mitchum nos da pie a poder hablar de él.
¿Por qué nos entusiasma tanto a muchos cinéfilos la figura de Robert Mitchum? Pues en mi caso, y creo que es algo compartido, por el escepticismo radical que mostraban gran parte de sus personajes, en especial en películas de cine negro como "Retorno al pasado" y "Cara de ángel". Escepticismo del hombre que, ante la degradación moral de su entorno, en esos escenarios urbanos de las películas negras, piensa que las cosas son así y no de otra manera. No se puede escapar de un destino, a menudo monótono y frecuentemente trágico. Y todo ello acompañado de una chulería y fortaleza exterior que encubrían una fragilidad emocional mostrada en films tan diferentes por la fecha de su realización como "Adios muñeca" o "También somos seres humanos".
Fuera de las películas, era un hombre complejo. Según cuentan algunos directores que trabajaron con él, la chulería de Mitchum, no sólo en la ficción, se traducía en un pasotismo durante los rodajes que, en realidad, encubría un hombre interesado por su oficio y trabajador. No se divorció nunca de su mujer, cosa rara en Hollywood, aunque sí protagonizó episodios escandalosos como cuando fue detenido a finales de los años 40 por posesión de marihuana.
Quisiera creer que es verdad lo que leí en una biografia cuando se decía que, en el momento de su muerte a causa de los problemas pulmonares que padecía después de una vida como fumador empedernido e ininterrumpido desde los trece o catorce años, se fumó con placer un último cigarrillo en la madrugada del día en que murió. "One more for the road", como hubiera cantado su amigo Frank Sinatra.
De entre sus muchas y memorables escenas rodadas, hoy me quedo con la del vaquero de rodeos que no puede ni regresar ni formar un hogar y que cuando agoniza tras un impulso suicida que le hace volver a los rodeos dice "los tipos como yo nunca mueren".
¿Por qué nos entusiasma tanto a muchos cinéfilos la figura de Robert Mitchum? Pues en mi caso, y creo que es algo compartido, por el escepticismo radical que mostraban gran parte de sus personajes, en especial en películas de cine negro como "Retorno al pasado" y "Cara de ángel". Escepticismo del hombre que, ante la degradación moral de su entorno, en esos escenarios urbanos de las películas negras, piensa que las cosas son así y no de otra manera. No se puede escapar de un destino, a menudo monótono y frecuentemente trágico. Y todo ello acompañado de una chulería y fortaleza exterior que encubrían una fragilidad emocional mostrada en films tan diferentes por la fecha de su realización como "Adios muñeca" o "También somos seres humanos".
Fuera de las películas, era un hombre complejo. Según cuentan algunos directores que trabajaron con él, la chulería de Mitchum, no sólo en la ficción, se traducía en un pasotismo durante los rodajes que, en realidad, encubría un hombre interesado por su oficio y trabajador. No se divorció nunca de su mujer, cosa rara en Hollywood, aunque sí protagonizó episodios escandalosos como cuando fue detenido a finales de los años 40 por posesión de marihuana.
Quisiera creer que es verdad lo que leí en una biografia cuando se decía que, en el momento de su muerte a causa de los problemas pulmonares que padecía después de una vida como fumador empedernido e ininterrumpido desde los trece o catorce años, se fumó con placer un último cigarrillo en la madrugada del día en que murió. "One more for the road", como hubiera cantado su amigo Frank Sinatra.
De entre sus muchas y memorables escenas rodadas, hoy me quedo con la del vaquero de rodeos que no puede ni regresar ni formar un hogar y que cuando agoniza tras un impulso suicida que le hace volver a los rodeos dice "los tipos como yo nunca mueren".