e martë, tetor 18, 2005

ECHEVARRIA Y EL FRANQUISMO

Escucho en las noticias que mañana Laporta hablará del caso Echevarría ante la prensa. Ya sabemos lo que dirá. Se referirá a que no se puede juzgar a nadie por sus ideas políticas, que está haciendo una gran labor y que está sufriendo una campaña de encarnizamiento por parte de la prensa que también alcanza al mismo Laporta y a la propia institución del Barça. Para decir esto, mejor que no salga.
Por un lado, es evidente que cualquiera tiene derecho a tener las ideas políticas que estime oportunas. Pero el problema aquí es que Echevarría pertenece a la directiva del BArça y es el propio Laporta quien ha politizado el club. Nadie le mandaba a Laporta proclamar a los cuatro vientos su supuesto nacionalismo, ni identificar al Barça con Catalunya con expresiones como "Fem país i fem Barça", ni realizar actos en el Camp Nou a favor de l'Estatut, ni asistir a presentaciones de libros cuyo tema es el Barça bajo el franquismo. Él se debe limitar a dirigir un club de futbol, pero ya que no lo hace y politiza el club, ahora que apechugue y asuma la responsabilidad de tener un franquista en la Junta.
Por otro lado, las condiciones en las que entró Echevarría en la Junta, poco después de las elecciones y mucho antes de la pròxima Asamblea de compromisarios en las que debía ser ratificado ( y en las que mintió Laporta sobre la pertenencia del susodicho en la Fundación F.Franco), juntamente con el hecho de que existen sospechas, más que razonables, que fue la familia Echevarría quien procuró los fondos para que Laporta pudiera avalar su parte en la candidatura, obligarían a Laporta, por higiene democrática, a dimitir.
Y respecto a Echevarría, es obvio que también ha de dimitir. En este país no se ha efectuado una verdadera catarsis sobre lo que significó el franquismo. Eso lo demuestra, por ejemplo, el clima guerracivilista con el que desde Madrid se acoge el Estatuto. Pero hay que poner las cosas en claro y establecer una verdad histórica que no admite matices: Franco es uno de los asesinos más notables del siglo XX, equiparable a Hitler, Mao, Stalin o Pol Pot. Una persona puede tener en privado ideas franquistas, pero si se hace este hecho público no puede ser presidente ni de una comunidad de propietarios.