MUERTOS VIVIENTES

George A. Romero ha vuelto a la carga con sus zombies y ha estrenado una nueva entrega de la saga, "El territorio de los muertos vivientes", que ayer fui a ver al cine.
La verdad es que la película me decepcionó, pues había leído algunas cosas y me pensaba que estaría mejor.
"La noche de los muertos vivientes" es una película rodada en los sesenta de manera prácticamente amateur y eso hizo que tuviera una frescura que sorprendió al público de entonces y la convirtió en objeto de culto, algo muy parecido a lo que pasó con otros títulos punteros del género de terror como "La mantanza de Texas" y "Posesión infernal".
Tras esa película, Romero no ha logrado realizar un discurso cinematográfico que permita pensar que tiene un estilo definido y concreto. Digamos que no es un David Cronenberg o un Tim Burton, cineastas con rasgos de identidad propia muy marcados en sus películas y, en definitiva, un estilo propio. Las posteriores entregas de la saga de los zombies o la realización de "Creeppshow" no han sido demasiado estimulantes, pese a ser entretenidas, y la película ahora estrenada sigue ese camino.
Hay algunas ideas buenas en la película, como la desigualdad de clases sociales dentro de la ciudad que gobierna Dennis Hopper, intramuros del acoso de los zombies, y su puesta en paralelo con la América de Bush, pero ese planteamiento, por obvio y falta de desarrollo, se agota muy pronto. Desde entonces al final, una sucesión de zombies de cuyos ojos salen gusanos, extremidades superiores seccionadas violentamente, una chica a la que un zombie le arranca un piercing del ombligo con un mordisco, etc.
Por cierto, que se tenía que haber aprovechado más la presencia de Dennis Hopper, un actor con mucha personalidad y al que se le va muy diluido dentro de la película. Y siguiendo lo que comentaba Jordi sobre frases horribles en el cine, Hopper, ante el acoso de los zombies, exclama airado: "Malditos! No tenéis ningún derecho!" Claro! Si ni siquiera están vivos.