e diel, gusht 28, 2005

ASTURIAS (I)

Después de una semana de vacaciones por Asturias, se ha impuesto el regreso a casa. Una de las cosas más perceptibles del hecho de viajar al Cantábrico es el cambio de paisaje ya que, viniendo de la relativa aridez de nuestro Mediterráneo, nos encontramos con que el color verde predomina de forma abrumadora, cubriendo todas las montañas de una espesa vegetación. Por otra parte, nos encontramos con diversos ríos que hacen buena aquella expresión de nuestra etapa escolar cuando se referían a los ríos del norte de España: "cortos, pero caudalosos".
El primer día deparó un par de visitas al litoral asturiano, concretamente a los pueblos costeros de Tazones y Lastres. Son unos puertos "seguros", en el sentido que se ha aprovechado la naturaleza para construirlos al amparo de unas pequeñas radas, que también albergan en su interior unas apacibles playas. Lamentablemente, el primer día no fue muy aprovechado por cuestiones "técnicas" y se consumió demasiado rápidamente. No obstante, a última hora de la tarde sí realizamos una espectacular visita. Ascendimos hasta el mirador del Fito, desde una carretera que salía de Arriondas, pueblo donde estaba instalado nuestro "cuartel general". Afortunadamente, el día era claro en aquella hora ya casi crepuscular y desde ese mirador se podía contemplar el mar y los Picos de Europa. El mar Cantábrico, con la indiferencia cósmica que caracteriza a todos los mares, y los majestuosos y perennemente inmutables Picos de Europa. Esta vista me recordó otra tal vez más espectacular, y es la que se tiene del Etna y el mar Mediterráneo desde el teatro griego de Taormina en Sicilia.
El segundo día visitamos las dos principales ciudades asturianas: Oviedo y Gijón. Oviedo es una ciudad sin demasiado encanto con una catedral de "bajo nivel" comparada con las que se pueden encontrar en muchas ciudades de España y unas calles comerciales como las que hay en cientos de ciudades, sin que aparentemente hubiera mucho más. Cabe decir que tal vez no se pudo explorar Oviedo más a fondo debido a los mismos problemas "técnicos" del día anterior.
Gijón es una ciudad que me pareció mucho más bonita, no por las cosas que contiene, las cuales no parecen demasiado interesantes como sucedía en Oviedo, sino por su emplazamiento. Una parte de la ciudad está urbanizada sobre un pequeño cabo, al final del cual se halla un bonito parque que cae sobre un acantilado, y en el que es agradable pasear sintiendo el mar tan cerca. A un lado de ese pequeño cabo se sitúa en club naútico y al otro una larguísima playa, llamada de San Lorenzo, que conforma una ensenada.
Para acabar el día, llegamos al Cabo de Peñas, que es el punto más septrentional de Asturias y, como es fácil imaginar, está formado por acantilados que caen bruscamente sobre el mar Cantábrico. Es un bonito paraje, aunque prescindible si el período de estancia en Asturias se limita a dos o tres días.

1 Comments:

Blogger Jordi said...

Me ha gustado mucho lo de la indiferencia cósmica de los mares

3:37 e paradites  

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