e hënë, korrik 25, 2005

ORDET

Concidiendo con la celebración del quincuagésimo aniversario de la realización de "Ordet", se está exhibiendo estos días en el cine Verdi tanto ésta como otra obra maestra de Dreyer: "Gertrud".
Acudo ayer a ver "Ordet", película que hacia años que no veía. De entrada, he de formular una queja de cierto público que va al Verdi a ver una película como esta. Concretamente, a poca distancia de donde estábamos sentados, había dos mujeres que me imagino habrían leído en algún semanario dedicado al ocio que se reponía "Ordet", una película muy importante y de las mejores de la historia del cine. Yo creo que eso no obliga a nadie a ir al cine porque luego resulta que se les hace cuesta arriba ver una película danesa, del año 1955, y que les está aburriendo porque no entienden nada. Así, estas impresentables se dedicaron a hablar más de la cuenta, incluso en el momento final de la película, una de las escenas más intensas jamás filmadas en la historia del cine, y acabaron la película, una vez se encendieron las luces, riendo a carcajada batiente. Sugeriría a esta gente que se queden en casa, y pongan en el DVD algo así como "Loca academia de policía", que se podrán reír y la entenderán.
En lo que respecta a la película, es un film que debe mucho a la obra de teatro en la que se basa, escrita en los años 20, y de hecho el propio dramaturgo que escribió la obra colaboró con Dreyer en el guión de la película. Teniendo pues ese magnífico punto de partida, referido a la búsqueda de la fe verdadera, de ese intento de justificar nuestra vida a través de la religión, la película ya tiene muchos puntos a su favor.
Pero , y aquí viene lo importante, el tratamiento que da Dreyer al texto convierte a éste en una película espléndida , soberbia. Dreyer tenía claro que una cosa era el lenguaje teatral y otro distinto era el lenguaje cinematográfico. No se trataba, en su caso, de elegir una obra para realizar "teatro filmado". Así, Dreyer realiza una depuradísima puesta en escena, en el que la cámara se desplaza suavemente en travellings para buscar a los personajes, cuya posición en el encuadre siempre tiene un significado. Así, por ejemplo, cuando el patriarca y su hijo menor acuden a la casa del sastre, con el cual está enfrentado en materia religiosa, los primeros miran hacia el lado contrario del sastre, que observa a sus feligreses en el oficio religioso que está celebrando. El juego de las miradas de los personajes siempre se revela fundamental en los films de Dreyer, tanto en éste como en "Gertrud".
Por otro lado, la espléndida fotografía en blanco y negro crea una atmosfera especial, de algún modo irreal, y en la que la explosión de luz blanca, en la que se mueven los personajes que se han resignado a la muerte del ser querido, se convierte en preludio de la aparición de Johannes, el cual obra el milagro que la religión convencional y la ciencia no han podido realizar, y que le ha sido solicitado por su sobrina, ser inocente dentro del contaminado mundo por el que se mueven los demás personajes.
En definitiva es una gran obra, que versa sobre lo absurdo de la intolerancia religiosa, los límites de una ciencia que aspira a controlar y explicar todo, y la creencia que sólo una fe pura e incorruptible puede actuar como tabla de salvación y justificativa del ser humano.