e hënë, korrik 11, 2005

MARAVILLOSOS ÀCRATAS

Coincidiendo con el hecho que era la película que, dentro de la colección de clásicos, acompañaba a "El País" del sábado, compro y reviso "Un día en las carreras" de los hermanos Marx.
La verdad es que para mi sigue siendo uno de los mejores títulos de los Marx. Como en "Una noche en la ópera" soporta el lastre de tener al insoportable Allan Jones, aunque tanto el video como el DVD te dan la posibilidad de pasar deprisa sus números musicales. Sin poseer el ritmo vertiginoso de "Sopa de ganso", la película contiene momentos hilarantes de un humor surrealista y, en ocasiones, corrosivo.
Viéndola, estuve pensando en cómo descubrieron las películas de los Marx los miembros de mi generación. O bien fue en programas dobles de cine que se exhibían como complemento a alguna película de aventuras, o bien en sesiones televisivas de sábado por la tarde a las 16:00 horas, emparedada entre los dibujos animados de "Marco" o "Mazinger Z" y el mítico, por diversas y variadas razones que merecen una reflexión profunda para otra ocasión, programa "Aplauso".
¿Y cómo pueden los niños de hoy descubrir las películas de los Marx? En los cines, en esos programas dobles a que me refería, seguro que no, porque han pasado a la historia y ahora lo que se lleva son las multisalas y ningún niño aguanta dos películas seguidas (con el nivel del cine actual sería una heroicidad aguantarlas). Por vía televisiva tampoco, pues a la hora citada dan películas más o menos recientes, de nulo interés, y que a veces tan solo son telefilmes.
Àsí pues, sólo cabe que tengan un familiar que les introduzca en el disparatado y surrealista mundo de los hermanos Marx, aunque la mayoría de niños no creo que disfruten de ese privilegio.
Y lo que creo que subyace a todo esto es el profundo desprecio que se tiene hoy en día del cine clásico, y que aumenta a ritmo vertiginoso. Comentaba Vicens el otro día el triste caso de Carlos Pumares, de radiofonista cinéfilo de los 80 ha pasado a convertirse en comparsa para ser humillado y vejado por Boris y cía. en "Crónicas marcianas". El programa de Pumares estaba dirigido a un público variopinto, pero creo que eramos muchos los adolescentes que teníamos ganas de conocer clásicos de Ford, Hawks, Lang, etc. y que, los más audaces, nos atrevíamos también con Dreyer, Kurosawa o Von Stroheim. Estoy seguro que un programa así no tiene cabida en la radio actual y por eso Pumares debe ganarse la vida haciendo el mamarracho y huyendo despavorido ante la visión del miembro de Boris. Estas imágenes también son surrealistas, pero en vez de hacer reír dan mucha pena.