U2 Y EL GRAN TIMO

El otro día tuvo lugar el macroconcierto de U2 que, como se esperaba, fue todo un éxito de público. Esto es lógico porque, al igual que pasa con los Rolling Stones, estas giras mundiales están preparadas al milímetro y se orquestan con una campaña publicitaria que prácticamente incita a la culpabilidad de aquellos que no optan por comprar la, por otra parte, carísima entrada. De la misma manera que se elabora una cuidadosa campaña publicitaria para promocionar un zumo de frutas o una bolsa de patatas fritas se actúa con estos grupos musicales, recurriendo a elevarlos a la categoría de totems de la música rock, mitos que uno ha de ver de manera obligatoria para poder afirmar " yo estuve en el concierto tal".
U2 es un grupo que, musicalmente hablando, no ha aportado nada a la historia de la música desde hace más de una decada y cuyo brillo artístico no se ha dejado ver, como mínimo, desde principios de los 90, y eso aún siendo generosos. Además, la mayoría del público, por ser bastante jóvenes, no puede conocer de primera mano el momento en que U2 irrumpió en el mundo de la música para convertirse, y no pretendo discutir eso, en un grupo importante, como hay muchos con menos repercusión, en la historia del rock. ¿Cuánta gente de los que fueron al concierto desconoce, por ejemplo, la existencia de un grupo fundamental en la historia del rock como "The Clash"? Creo que encontraríamos un alto porcentaje de gente que asistió al concierto que no podrían ubicar, ni siquiera conocer, a "The Clash".Pero claro, U2 y Bono son mitos, lo más de lo más.
Y por otra parte, y tal vez lo más molesto, son los mensajes que Bono cuela a los asistentes entre canción y canción, haciendo referencia a la pobreza en África, ideales ecologicos, etc. Hay que tener poca vergüenza para convertirse en gurú de esos movimientos cuando eres integrante de una maquinaria de ganar dinero obscena e insultante. No obstante, y mientras se vive en la opulencia más absoluta, queda muy bien lanzar esos mensajes y dar la imagen de que eres un tío legal ante los, en cierto sentido, lobotomizados espectadores.