e shtunë, maj 27, 2006

LA CHINOISE

Tengo un conocimiento muy fragmentario de la obra de Jean-Luc Godard. Por un lado, ello se debe a que Godard tiene una extensa filmografía, y muy dilatada en el tiempo, a lo largo de más de cuatro décadas; por otro lado, sus películas no son fácilmente accesibles en cine, DVD o pases televisivos.
Por ello, celebro que se haya estrenado en España un film suyo que vi el pasado jueves, realizado en 1967 y que se titula La chinoise.
Dicen que es su película con un contenido más político, y ciertamente toda la película discurre con la política como único elemento a través del cual se manifiestan los personajes. Los protagonistas son cuatro jóvenes franceses que, acusando al PCF de rehén de la burguesía, se empapan de maoísmo en un curso acelerado. Así, escuchan Radio Pekín, leen sin parar el Libro Rojo de Mao y realizan ejercicios gimnásticos recitando esos fragmentos. Su fanatismo les lleva a pensar en la idea de realizar la verdadera revolución, creando si es menester una célula terrorista y cerrando las universidades, si es preciso colocando bombas. Todo ello queda más aparcado en el terreno teórico y al final de la película parece que, concluyendo el verano, se acaba también la efervescencia revolucionaria, especialmente de la joven protagonista del film, de clase media alta, cuando su madre y hermana regresan al apartamento donde se desarrolla la mayor parte de la película. En definitiva, mucho ruido y pocas nueces pero es interesante ver esta película rodada pocos meses antes de mayo del 68, que al fin y al cabo consistió en lo mismo, una explosión como al abrir una botella de cava para luego quedar la cosa en nada.
Resulta también interesante ver a jóvenes alienados con el maoísmo, teniendo la perspectiva histórica de saber que ese régimen fue uno de los más desastrosos desde todos los puntos de vista de la historia de la humanidad, y especialmente con la Revolución Cultural que se inició un año o dos antes de que se rodara el film. La absoluta necedad de los jóvenes y su incapacidad para entender el mundo puede que ahora no se den desde una visión marxista-maoísta, pero sí en gente islamista, nacionalista o ultraliberales neocon.
Por supuesto, la película está salpicada por la manera de narrar de Godard, siempre sorprendente y siempre heterodoxa, introduciendo aquí planos de los personajes que realizan su discurso al margen de la narración convencional del film. No obstante, lo que no veo es que Godard tome partido político en un film que, paradójicamente, es su film más político. Mi impresión es que se dedicar a mostrar, poner la cámara de una manera bastante neutra.
Entre los protagonistas, surge en un momento dado un revisionista, que se aparta de la línea marcada y realiza una reflexión inquietante: Si el marxismo-leninismo es posible, entonces todo está permitido.