e mërkurë, mars 29, 2006

EL ESPACIO PÚBLICO

La degradación a la que ha llegado la utilización del espació público en Barcelona es escandalosa. Por un lado, hoy oíamos por la TV que había diversas movilizaciones de protesta que iban a dificultar, y mucho, la movilidad por la ciudad. Uno de los colectivos que se iban a manifestar eran los vecinos de Vall d'Hebron que viven al lado, o mejor dicho, cerca de una narcosala. Comprendo que tienen motivos para protestar (¿por qué no abren la narcosala al lado del portal de la casa de Imma Mayol?), pero esa protesta atenta contra la convivencia cuando reiteradamente han cortado la Ronda de Dalt, con el consiguiente caos circulatorio. Ignoro si últimamente la cortan o lo impide la policía, pero en cualquier caso el derecho a utilizar el espacio público para ejercer el derecho constitucional a manifestarse no puede convertirse en absoluto e ilimitado. En cambio, en este país parece que el objetivo número 1 es joder a quien no tiene ninguna culpa.
Por otra parte, leo que se ha hecho una encuesta entre los jóvenes de la ciudad y han manifestado que tendrían que habilitarse espacios en la ciudad para que pudieran estar por la calle bebiendo y pasándolo bien, aunque teniendo en cuenta la posición de los vecinos y limitando los posibles inconvenientes que originaran (¡Solo faltaría!). En mi opinión, una calle o una plaza se pueden ceder para organizar un mercadillo, un festival de sardanas, un concierto de música, una carrera atlètica,... pero ceder el espacio público para que unos tíos lo único que hagan sea beber y hacer ruido, y de madrugada, me parece una barbaridad. Es verdad que en Barcelona no hay demasiada tradición de hacer el botellón, por lo que me parece adecuado cortar de raíz cualquier intento de generalizar esta práctica de vándalos. Aunque no se originara violencia ni disturbios, coas que me parece poco probable, ¿cómo se puede obviar que miles de tíos que sólo se dediquen a beber y que se instalen, por ejemplo, en la Rambla del Raval, no van a sentir la necesidad de evacuar de cualquier manera el líquido ingerido? ¿Han de soportar los vecinos el ruido y el olor a meado?.
En la encuesta se señalaba que esto sería una manera de aliviar los bolsillos de los jóvenes, vacíos porque las copas están muy caras en los bares. Cuando yo era joven las copas también estaban caras, porque la mayoría de la gente joven nunca ha nadado en la abundancia a la hora de disponer de dinero para divertirse. Y no quiero moralizar ya que mis amigos y yo eramos los primeros en beber y hacer el gilipollas, pero al menos hacíamos un botellón casero. Lo que estaba claro es que no se había institucionalizado, como parece que algunos pretenden,
que el hacer el gilipollas se pudiera hacer de forma megacolectiva y con un cierto reconocimiento de los poderes públicos.