e martë, dhjetor 20, 2005

LA NARANJA MECÁNICA

El otro día, en la parte alta de Barcelona, unos desalmados de menos de veinte años agredieron repetidamente a una indigente que se refugiaba en un cajero automático hasta que, no contentos con apalearla, la rociaron de disolvente y le provocaron quemaduras en más de un 60% del cuerpo, lo que le causó la muerte.
Según las informaciones de la prensa, no se trata de adolescentes que provengan de familias con problemas o desestructuradas, sino que era gente que vivía por aquella zona y tenían ganas de divertirse.
Es un suceso calcado del apaleamiento que el pequeño Alex y sus secuaces propinan a un indigente en una de las escenas de "La naranja mecánica". Lo pavoroso del caso es pensar que, siendo incluso alguno de los implicados menor de edad, estarán un tiempo en un reformatorio o en alguna prisión de jòvenes pero me imagino saldrán dentro de un tiempo no muy largo y tendrán buenos abogados que actuarán en su defensa.
Y después vendrá que se reintegrarán en la sociedad y hasta, de aquí a un tiempo, pasarán por la calle como ciudadanos normales. En definitiva, que ejemplifican claramente aquello que Burgess quería reflejar cuando escribió "La naranja mecánica" y Kubrick no supo o quiso expresar amputando el último capítulo de la novela en la adaptación cinematográfica: el recurso a la violencia gratuita y la falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno de unos jóvenes sin valores educativos, pero que no tendrán problemas en integrarse más tarde en la sociedad y que por ahora combaten su aburrimiento quemando a una indigente.